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Desde lo hondo
26 de noviembre de 2015
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Tayllerand decía: “cumplamos la Constitución al pie de la letra y acabaremos con ella”. No existe ley humana que resista el cumplimiento exacto de sus artículos. Por eso de vez en cuando se hace huelgas de celo, de cumplimiento exacto de lo que está escrito. No es de este literalismo del que quiero hablar, sino del literalismo de textos que tienen base no humana, sino divina. Por ejemplo la Sagrada Escritura, inspirada por Dios (Benedicto XVI pidió que se ahondará más en lo que es esa inspiración divina), o el Corán dictado por Dios a Mahoma en el árabe de entonces. Hace unos días en el evangelio del día, Jesús exponía la parábola de las onzas que el rey entrega a sus súbditos. Señalaba el premio que concede a quienes capitalizaron las que fueron entregadas y el castigo a quien la escondió y no trató de multiplicarla: “quitadle a éste la onza y dádsela a quien tiene más”. Y ante la sorpresa de los discípulos: “Señor, si ya tiene diez”, Jesús replica “os digo: al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”. Y aún continúa el texto con la terrible decisión del rey sobre sus súbditos descontentos, que declara enemigos: “Y a esos enemigos míos que no me querían por rey, traedlos y degolladlos en mi presencia”. Con cierta vergüenza hemos proclamado este evangelio en la Eucaristía. Cierto que es una parábola y que Jesús puede referirse a lo que un imaginario rey haría; y que responde a un “motivo” concreto, “que estaba cerca de Jerusalén y que pensaban que el Reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro”. Relacionar el “motivo” con la parábola y con su terrible final no es tarea fácil. Prescindir del ambiente cultural y religioso, momento histórico, personas a quien se dirige, cambios semánticos en los términos, relación con otros textos del mismo origen, entre otros factores y no es el menor la intervención del redactor del texto, acaba siendo una traición a lo que se quería decir, y por tanto al mismo texto. No son pocos los textos de la Sagrada Escritura que entendidos literalmente serán escandalosos para nuestros oídos. Por ello necesitan interpretación. El fallo del Islam radical es aplicar literalmente el Corán por ser dictado así por Alá a Mahoma. No es fruto de un hagiógrafo inspirado por Dios, sino de un amanuense que escribe lo que le dicta el mismo Dios. El literalismo es siempre una tentación de quien busca razones para acciones que se oponen a la racionalidad, pero en las que está interesado y quiere tener el apoyo de la divinidad. El literalismo de los textos llamados sagrados es una lectura sectorial y por ello tramposa del mensaje de Dios. El literalismo es una actitud perezosa del que quiere regirse por los textos sagrados, porque es renuncia a la razón, por ello es inhumana. Por miedo a él se prohibió durante siglos la lectura de la Sagrada Escritura en el ámbito católico. El remedio fue peor que la enfermedad. Contra literalismo es necesario estudio de los textos, buscar lo que se quiere decir más que lo que literalmente se dice, e interpretación garante de ello.
20 de noviembre de 2015
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El término postura ha tenido un sentido fuerte y comprometedor. De alguien se decía que no sólo defendía ideas, sino que tomaba la postura coherente con esas ideas. La postura venía a ser la consecuencia visible y comprometida de unas convicciones forjadas a lo largo del tiempo y la reflexión. Ese sentido se ha perdido. En la ligereza del pensamiento posmoderno las ideas no se van forjando como consecuencia de una reflexión honda y seria, se poseen sin el debido discernimiento y ordenado razonamiento: se pasa con facilidad de la imagen a la idea, de lo singular a lo universal, de lo coyuntural a lo consolidado, de la anécdota a la categoría. La consecuencia es la fragilidad de la idea. Sin embargo no se renuncia a las posturas. Pero no como expresión de una idea bien elaborada, sino como consecuencia de una reacción emocional sin discernir o de un deseo de ver quien se deja ver y oír más. Así las posturas sustituyen a las ideas, a las convicciones. Y adquieren un significado que está más acorde con lo que le término indica: la postura es algo coyuntural, circunstancial; es necesario incluso cambiar de postura para sentirse bien. Se separa de convicciones arraigadas a base de reflexión y de amplitud de miras. La postura adquiere un significado más líquido, más epidérmico, más de apariencia. Pero por su visibilidad permite situarse, aunque sea circunstancialmente, en lo social, política o religiosamente correcto, que merece el aplauso del que se deslumbra sin dejarse iluminar. Porque las posturas dan brillo social al que las toma, pero carecen de luz suficiente para iluminar. Se toman posturas sin haber cultivado la idea, es decir: lo visible y aparente sin forjar lo que debería ser su justificación.
18 de noviembre de 2015
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Le preguntaron sobre el problema catalán y responde, “no me gusta y de lo que no me gusta no me gusta hablar”.Yo tampoco voy a hablar de ese problema; quizás por la misma razón. Sí quiero detenerme en hablar de lo que gusta. Hablar de lo que gusta ocupa menos que hablar de lo que no gusta. Me refiero tanto a conversaciones en el ámbito donde uno se mueve, como en los amplios ámbitos adonde llegan los medios de comunicación social. Es fácil oír o leer: “esto no me gusta y por eso me veo obligado a decir…”. Es mayor la disposición a hablar de lo que no gusta que de lo que gusta. Al hablar de lo que no gusta denunciamos el mal ajeno, que implica cierta proclamación del bien propio. Al dar aire a lo que gusta aceptamos el bien de otros y el nuestro queda sólo en reconocer que es de “otros”. Para hablar de lo que gusta es necesario además tener ojos que detecten lo que merece gustarlo, y da la impresión que estamos más inclinados a detectar lo que nos disgusta. Quizá es un movimiento de autodefensa, y también de autocomplacencia, sentirse uno fuerte y bien frente al mal. Se tachara de “buenismo”, según la expresión que se está haciendo común, fijarse más en lo que gusta, pues implicaría no ser sensible al mal, como si no existiera. ¿Nos liberamos del mal hablando mucho de él? ¿La frecuencia en hablar del mal implica la lucha contra él o quedarse en el “esfuerzo” de las palabras? Creo que es más eficaz ser sensible a lo bueno. Y hablar de ello más estimulante, aunque no tan fácil como hablar del mal, de lo que disgusta. Pero hay que llenar espacios de periódicos, tiempo de radio y televisión, y eso es más fácil fijándose en lo que disgusta. Se siente uno mejor mostrándose como perspicaz profeta de calamidades, a base de tocar las fibras más superficiales de la sensibilidad humana, que romper el silencio para mostrar lo agradable, lo ejemplar, lo positivo que existe en nuestra sociedad, en las personas con las que convivimos. Creo que debe gustarnos más hablar de lo que nos gusta; aunque “nos gustemos más” cuando sacamos a la luz lo que nos disgusta… de los otros.
12 de noviembre de 2015
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Existen personas a las que no les gusta celebrar el día que cumplen años, sobre todo si éstos dictan que se abandona la juventud. Sin embargo, cuando los años son muchos, rebasan con amplitud los ochenta, por ejemplo, se celebra el cumpleaños y se presume de cumplirlos. Casi todos están convencidos de que no los representan. El dramaturgo Casona decía que los años que tenemos son los que ya no tenemos, los que tenemos son los que nos quedan de vida ¿cuántos son?, no lo sabemos. Nos sabemos, pues cuántos años tenemos. La Orden de Predicadores en su rama masculina cumple el 22 de diciembre de 2016 ochocientos años de vida oficial en la Iglesia. Como son muchos los años, se miden en siglos, hay motivo para celebrarlo y presumir de que nuestra Orden es vieja: ha resistido ocho siglos, con todas las peripecias propias de la historia, y sigue viva. Hay que dar gracias a quienes han pasado por la historia de la Orden por haber conseguido que podamos ser dominicos después ochocientos años de historia. Pero hemos de preguntarnos en la línea de Casona, ¿cuántos años son los que nos quedan de vida? No lo sabemos. No somos eternos como la Iglesia. Ni nos preocupa. Lo que nos preocupa es continuar la historia recogiendo lo mejor de ella y vivir los momentos presentes en vista a ir haciendo mejores los futuros. Contribuir a que dentro de cien años otros celebren los novecientos años. Y al decir “celebren” se indica que habrá razones para celebrar, razones para el júbilo, no sólo por la historia transcurrida, los años que no tenemos ya, sino por la realidad presente y los años que queden de vida y de vida digna. Para ello siempre habrá que conocer la historia, lo que nos enseña y saber quedarse con lo mejor. También mantener el entusiasmo, el júbilo, por ser lo que somos, por la vida de los que precedieron: celebrar el jubileo.
5 de noviembre de 2015
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“¿Quién es el prójimo?” pregunta al maestro de la ley que está inquieto por saber “quién es mi prójimo” . La respuesta de éste “el que actuó con misericordia” . Ciertamente la proximidad lingüística entre prójimo y próximo no identifica su semántica. Se puede ser prójimo estando muy lejos. Se pueden acercar muchos los seres humanos sin actuar como prójimos. Decía Benedicto XVI “la globalización nos hace más cercano, pero no más hermanos”. Ser prójimo es cuestión de sentimiento, implica cercanía cordial. Incluso aunque se esté separados por distancias físicas, por razas: judío-samaritano en la parábola; por ideas e intereses, se puede ser prójimo: siempre hay razones para sentirse cerca cordialmente. Y actuar como tal, “anda y haz tú lo mismo” le dice Jesús al maestro de la ley tras reconocer éste quién es prójimo. Ser prójimo es cuestión de sentimiento auténtico que inexcusablemente obliga al compromiso. La globalización acerca el conocimiento mutuo, pero no genera el afecto de quien es prójimo y no solo próximo o conocido. Una cosa es ser “amigo” y otra “conocido”. Pero el conocimiento mutuo si puede posibilitar el afecto: no es cuestión de causa efecto, pero sí de oportunidad que se puede aprovechar. Que debemos aprovechar.
Sobre el blog
El mercado, la prisa, el fluir…domina nuestras vidas. También la creación cultural y la verdad se encuentran afectados por la sucesión rápida, lo impactante…
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El mercado, la prisa, el fluir…domina nuestras vidas. También la creación cultural y la verdad se encuentran afectados por la sucesión rápida, lo impactante…Hasta las personas, de las que parece que sólo cuenta su “perfil”, no logran sustraerse al dominio de la apariencia, la imagen. Resulta algo “contracultural” hablar hoy de hondura. Pero sólo en lo hondo se encuentra la verdad, el misterio de lo personal, la relación con Dios. Este blog es una propuesta para “ahondar” en la realidad. Los dominicos tenemos como lema “veritas”,( verdad). La verdad no se posee como se poseen las cosas. Se busca y se roza. Y cuando se encuentra nos comprometemos con ella. El compromiso con la verdad nos salva del dogmatismo y del relativismo. Y para los cristianos, la verdad nos remite al hecho del amor de Dios con el que nos encontramos en la hondura de nosotros mismos.
Sobre el autor
Juan José de León
Entre otras cosas es Director de la Escuela de Teología "Fray Bartolomé de las Casas" (Madrid). Acompaña espiritualmente comunidades religiosas a través de charlas y retiros...
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Entre otras cosas es Director de la Escuela de Teología "Fray Bartolomé de las Casas" (Madrid). Acompaña espiritualmente comunidades religiosas a través de charlas y retiros. En la Editorial San Esteban ha publicado, Creado y creador. Visión cristiana de la existencia; Seis días en busca de la felicidad. Proyecto evangélico para ser felices y Seis días para repensar la vida.
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