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Desde lo hondo
17 de febrero de 2019
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Texto del “corpus joánico” en el prólogo del Evangelio es el que dice que Dios es el “logos”. Tradúzcase como “palabra” o “verbo”, el término griego implica no sólo una palabra que se pronuncia, sino que hace referencia a una lógica, a un fundamento racional, diríamos con toda imprecisión, la propia de cuando nos referimos al misterio. Dios es la explicación de lo que existe, quien ayuda comprendernos y a comprender el mundo en que vivimos: es origen y razón de lo existente dice el texto joánico.
A este mismo cuerpo joánico pertenece la expresión “Dios es amor”. Se produce u paso de la lógica al afecto. Complemento de la lógica, de la visión intelectual es añadir la dimensión afectiva. A partir de ahí se puede decir que la lógica que heredamos de Dios es la del amor. El logos hace referencia a colocarse bien en el mundo, ante el mundo, encontrar la razón de lo que existe. Esa razón es el amor. La explicación del mundo, de su existencia, y de nosotros con un protagonismo específico en él, no se puede entender si en el origen de todo no estuviera el amor. Tanto la creación, como la recreación humana son obra de amor, cualidad de la lógica divina. También ha de ser de la lógica humana, del ser humano hecho a imagen y semejanza de Dios-Amor.
10 de febrero de 2019
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Ayer contemplé el primer almendro en flor de El Retiro. En medio de tanto árbol desnudo, éste se viste de flores y anuncia que día a día será seguido por sus compañeros del “Huerto de los almendros”. Se adelantarán a las mimosas. Me gusta en pleno invierno caminar por una zona de los árboles de hoja perenne. Son encinas, humildes y sólidas encinas, indiferentes al otoño e invierno. Mantienen sin espectacularidad florida su verdad sólida. Sus raíces y la savia que de ellas sube lo que las mantiene vestidas, humildemente, pero vestidas.
Siempre se ha dado relieve a lo aparente, a la flor y al fruto. Este tiempo posmoderno, lo avala desde una base académica, que se inclina por el relato, el pensamiento débil, la falta de discurso y la verdad en lo aparente. Flores y frutos es lo que vemos y agradecemos de los árboles. La savia que desde la raíz oculta corre por el tronco pasa desapercibida. Al menos para el espectador. Y es ser espectador la función que adquiere un relieve en nuestra sociedad. Estar presente en lo que sucede. Lo que sucede por definición pasa. Y con rapidez, no deja tiempo a preguntarse el porqué de lo que sucede. El brillo deslumbra. No se encuentra tiempo para detenerse y pensar a qué se debe la flor, a qué el fruto: ¿quién piensa en la raíz, la savia? Sólo quienes quieren que el árbol no sea espectáculo de un tiempo más o menos corto, se esfuerza en que se “consolide”, que esté fijo bien el suelo, bien enraizado. Cuidar las flores y el fruto exige cuidar, conocer y actuar en la raíz. No olvidarla.
5 de febrero de 2019
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El autor dice que el amor, esencial a la fe cristiana, no es un sentimiento, sino que es actuar. Es cierto que son abundantes lo textos de la Sagrada Escritura en los que se dice que amar es comprometerse en la ayuda al otro, en no ser indiferente a su dolor, o penuria. Se ha de amar al prójimo, pero quien sabe quién es el prójimo a quien amar es el samaritano que actúa, que se compromete en ayudar al malherido que se encuentra en el camino. No sabe de amor el levita y el sacerdote que se despreocupan, que no actúan. El reino preparado por Dios para los hombres acogerá a los que dan de comer, dan de ver, acogen al peregrino…, a quien actúa a favor del necesitado. Obran éstos humanamente, por eso alcanzará el reino preparado para los seres humanos. El que se desentiende de los que necesitaban ayuda al otro, obran inhumanamente y por eso no pueden ser acogido en lo preparado a los seres humanos, sino que irán a juntarse con los ángeles malos. Así de claro aparece el compromiso de la acción el mensaje de Jesús.
San Pablo dice en el famoso himno al amor de I Corintios: “si repartiera mis todos bienes entre los necesitados y…, si no tengo amor nada me serviría”. Jesús en el evangelio ya enseñó que no bastaba hacer oración y ayunos o dar limosna, sino que había que atender a por qué se hacía. Cuando se habla de dar de comer al hambriento, de beber al sediento…etc, se dice que son obras de misericordia. No sólo obras, sino obras que surgen de un sentimiento previo, la misericordia. Ello viene a exigir, pues, que el sentimiento del amor es imprescindible para que haya, eso, amor. Eso sí sentimiento hondo, asumido en lo profundo del ser; no una emoción efecto de unas imágenes televisivas de la miseria humana, que como llegan se van y con ellas la emoción. El amor no es epidérmico, la emoción no pocas veces sí.
El por qué se hace lo que se hace es imprescindible para valorar lo que se hace. La bondad está en principio en el interior del ser humano, en sus sentimientos, en sus intereses. Cuando éstos están arraigados necesariamente se manifiestan en obras. ¡Que se lo pregunten a los padres, a las madres respecto a sus hijos! No necesitan ningún mandamiento para atenderles en sus necesidades, basta el amor. Siempre es eficaz el amor cuando es realmente amor, siempre se realiza en obras. Lo contrario no es tan seguro: obras objetivamente buenas, como la limosna, dar e comer o beber… no siempre se hacen por amor, por misericordia…ni por justicia.
Sobre el blog
El mercado, la prisa, el fluir…domina nuestras vidas. También la creación cultural y la verdad se encuentran afectados por la sucesión rápida, lo impactante…
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El mercado, la prisa, el fluir…domina nuestras vidas. También la creación cultural y la verdad se encuentran afectados por la sucesión rápida, lo impactante…Hasta las personas, de las que parece que sólo cuenta su “perfil”, no logran sustraerse al dominio de la apariencia, la imagen. Resulta algo “contracultural” hablar hoy de hondura. Pero sólo en lo hondo se encuentra la verdad, el misterio de lo personal, la relación con Dios. Este blog es una propuesta para “ahondar” en la realidad. Los dominicos tenemos como lema “veritas”,( verdad). La verdad no se posee como se poseen las cosas. Se busca y se roza. Y cuando se encuentra nos comprometemos con ella. El compromiso con la verdad nos salva del dogmatismo y del relativismo. Y para los cristianos, la verdad nos remite al hecho del amor de Dios con el que nos encontramos en la hondura de nosotros mismos.
Sobre el autor
Juan José de León
Entre otras cosas es Director de la Escuela de Teología "Fray Bartolomé de las Casas" (Madrid). Acompaña espiritualmente comunidades religiosas a través de charlas y retiros...
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Entre otras cosas es Director de la Escuela de Teología "Fray Bartolomé de las Casas" (Madrid). Acompaña espiritualmente comunidades religiosas a través de charlas y retiros. En la Editorial San Esteban ha publicado, Creado y creador. Visión cristiana de la existencia; Seis días en busca de la felicidad. Proyecto evangélico para ser felices y Seis días para repensar la vida.
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