24 de mayo de 2019
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Hoy el post no es mío. Me limito a incluir un texto del papa Francisco de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, Gaudete et exultate. El subtítulo del documente es “Sobre la llamada a la santidad en el mundo actual”. El concilio Vaticano II abordó el asunto clásico en la historia de la Iglesia de la santidad. El Vaticano II, ve la santidad en la realización de nuestra condición humana interpretada a la luz del Evangelio. No es santidad de ángeles. A esa condición humana pertenece el encontrarse ante el misterio, es decir, con algo que le atrae y nunca llega a conocer, le rebasa. Es “propio” del ser humano, en el sentido clásico de “propio”: lo que solo se dice de todos y solo de ellos y siempre, en este caso de los seres humanos: el misterio es pues exclusivo de todo ser humano, de cada uno y nunca le abandona. La santidad humana ha de contar pues con el misterio. Y ante el misterio la actitud es la de humilde y continuo intento de ahondar en él, aunque siga siendo misterio. No creer que se le ha dominado o enjaulado en proposiciones evidentes.
Gaudete et exultate. 41. Cuando alguien tiene respuestas a todas las preguntas, demuestra que no está en un sano camino y es posible que sea un falso profeta, que usa la religión en beneficio propio, al servicio de sus elucubraciones psicológicas y mentales. Dios nos supera infinitamente, siempre es una sorpresa y no somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarlo, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro. Quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios.
22 de mayo de 2019
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Ocurre e inmediatamente se decide reaccionar. No se da tiempo para discernir. El discernir es lento…y pesado. Nuestra sociedad exige rapidez y, por eso, levedad. El tiempo necesario es el que permite prever lo que sucederá de inmediato. Lo que suceda a plazo medio o largo no interesa, “carpe diem”. La ocurrencia exige dibujar postura. Posar y generar imagen. Ya con la imagen se socializa la ocurrencia y la postura. Se consigue situarse en el ámbito social que interesa. Conseguido un espacio en la espectro social se logra ser respetado e incluso admirado…y puede que seguido. Los espectadores tampoco van más allá de la postura y la ocurrencia. Son perezosos para la reflexión y el análisis, para discernir, no les interesa la libertad de pensar. Se conforman con la de expresarse.
19 de mayo de 2019
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No es fácil encontrar a un profesor que no se vea como buen profesor, o a un predicador que no termine satisfecho de su predicación o a un conductor que ponga reparo alguno a su modo de conducir. Sin embargo no cuesta aceptar las valoraciones negativas que pueden hacer de un compañero profesor sus alumnos; con facilidad se ponen peros a la predicación de quien comparte esa función; y se suele ser crítico con la conducción de quien va al volante del coche en el que viaja. El dicho evangélico de Jesús de ver mota en el ojo ajeno y no la viga en el propio es pura descripción de lo que nos sucede. La valoración de lo que nosotros hacemos y de lo mismo realizado por otro está impregnado de posverdad: de verdad interesada, que responde a lo que queremos o necesitamos que sea, no precisamente a lo que es.