1 de noviembre de 2021
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El interior del ser humano es sagrado. Es decir, no está bajo ninguna ley humana civil o eclesiástica. “De intentionibus non judicat Ecclesia (La Iglesia no juzga las intenciones). Es campo reservado a Dios y al propio sujeto. El amor, que reside y constituye lo íntimo del ser humano. solo lo puede ordenar, mandar y juzgar Dios, que penetra las entrañas del ser. Y lo mismo hemos de decir del desamor y del odio. Las manifestaciones que se entienden como de amor o de odio sí pertenecen a la consideración y juicio humano. Es adonde llegan los jueces humanos civiles o eclesiásticos: a las manifestaciones de lo que se supone que brota del amor o del odio.
Cuando Dios “manda” el amor como primer mandamiento, lo que manda es que el ser humano sea humano, desarrolle los más definitorio, junto con la búsqueda de la verdad, de la condición humana. Por ello el amor más que algo mandado, que hay que cumplir porque está mandado, es una exigencia de nuestra condición humana, de quien la creó, de quien la redimió. Es la fragilidad mental, la pereza, pulsiones que desde dentro y desde fuera sufre el ser humano, que llevan al olvido de esa exigencia de su ser, lo que exige que se le recuerde de un modo imperioso: como mandamiento.
Que sea un mandamiento que hay que cumplir, pues, no es la razón original para amar; la razón es que el ser ha de buscar su perfección, como decía los filósofos clásicos; el ser humano la suya; y esta consiste en desarrollar la capacidad afectiva hacia lo que merece ser amado, lo bueno.
El amor al prójimo. Los judíos necesitaban saber que era mandamiento de Dios que como a Él había que amar a los seres humanos. Les tenía que costar juntar a Dios y al ser humano en un mismo amor, cuando a la esencia de su concepto de Dios pertenecía la infinita distancia entre ambos. La fe cristiana, por el contrario, se apoya en que el mismo Dios asumió nuestra naturaleza. Nuestra naturaleza es de Dios también. Amar a Dios es amar a quien asumió hacerse humano, es amar lo humano. Su existencia humana fue desde el inicio hasta el fin un producto de su amor al ser humano.