26 de marzo de 2021
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Los sentidos son la puerta del conocer, decía Aristóteles. Pero mucho de lo que entra por los sentidos los rebasa; y se inicia el proceso para conformar la idea. Esta busaca siempre tener una amplitud universal, o al menos superar lo concreto del sentir. Y con las ideas formar juicios. Los sentidos los necesitamos, pues, para formarnos ideas, incluso de lo que rebasa nuestro conocer, el misterio. También el misterio de Dios. El saber de Dios, en su dimensión de fe, no de conclusión filosófica, exige relacionarlos con él. Lo que en las religiones se manifiesta en el culto. El culto exige una vuelta a los sentidos. No hay culto sin visibilidad: entendida ésta no solo como referencia al ver, sino a lo que se percibe por los diversos sentidos. En momentos especiales del año, lo religioso se hace presente con más vigor en la vida social. Por ejemplo, la Semana Santa en la fe cristiana. Esta pandemia está impidiendo la vista de las imágenes; el oído de música procesional, o, incluso, de cantos en las iglesias; el olor del incienso, o de las velas consumiéndose; el beso al Cristo crucificado o a los pies de quien se los deja lavar. Sabemos que lo que recuerda y actualiza la Semana Santa, lo que celebramos, rebasa los sentidos, va a lo hondo de nuestro ser. Pero nos quedamos con ganas de manifestar lo que interiormente sentimos, con la expresión corporal. Pues nosotros somos cuerpo. Somos sentidos. ¡Dolorosa pandemia!
5 de marzo de 2021
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Uno de los documentos eclesiásticos que he leído hace poco criticaba la búsqueda de la “realización personal”, como contrario a buscar la fraternidad, a saber convivir fraternalmente. Sé que es cuestión de fórmulas. El documento insistía en que pensar y sentir al otro es exigencia del irrenunciable intento de construir la persona. La realización personal es la tarea de la vida de cada ser humano: tratar de ser lo que somos, seres humanos, mujer o varón. La fe cristiana nos señala que Jesús de Nazaret es el hombre perfecto y perfecto hombre. Nuestra perfección, o sea, nuestra realización personal, exige que avancemos en vivir teniendo al Jesús de los evangelios como referencia. La realización personal de Jesús fue su entrega hasta la muerte por amor al mundo. El que el Padre tiene y fue causa de su envío.
Mi apunte pretende llamar la atención de cómo expresiones que interpretan nuestra manera de entender y de creer, las abandonamos, porque son mal utilizadas por el lenguaje predominante en la sociedad. Cierto es que “realización personal” se entiende en lenguaje común desarrollar cualidades exigidas por una sociedad que premia a los fuertes, a los llenos de éxito, a los que triunfan en aspectos distintos de la vida. Y prescinde de los que entienden que se realizan como personas en la medida en que ayudan a que otros vivan humanamente. Son aquellos que tienen conciencia de que para ser lo que han de ser como seres humanos, han de desarrollar los sentimientos de cercanía afectiva al otro, en especial a los más necesitados, y obrar en consecuencia. Y así dedican su vida a saber buscar la fraternidad, porque sienten al otro como algo de su propio ser. Esa es la auténtica “realización personal”. Hemos de esforzarnos todos en avanzar hacia ella.