10 de julio de 2021
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¿Qué les distingue?: ante todo el tiempo. Los primeros conceptos son fruto de darse tiempo para conseguirlo. El simple, habla sin pensar, es perezoso para dedicar tiempo a matizar; y es en el matiz en el que uno puede aproximarse a la verdad. La idea exige tiempo de discernir, razonar; la imagen se impone a los sentidos. Es necesario procesarla como paso a la idea, lo que exige tiempo. El sentimiento exige tiempo para conformarlo, asentarlo, mientras que la emoción es cuestión de momento, de impresiones. La escucha es darse tiempo y dárselo a quien habla, y luego hablar: dialogar es saber escucharse. La cultura posmoderna, es cultura de prisas, del aquí y ahora, de la satisfacción inmediata, de la primacía de la noticia -que no necesariamente de la verdad: esta necesita tiempo, la noticia no puede esperar-. No se ofrece tiempo al ejercicio mental, es lógico que sea la cultura del pensamiento frágil; que le baste el relato, no el metarrelato. Que se quiera ser maestro sin darse tiempo a ser discípulo. (“Discípulo” viene de discere, aprender).