7 de marzo de 2015
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No son buenos tiempos para las ideas. El desafío de lo fragmentario que resume el débil pensar postmoderno no encuentra ni interés ni tiempo para el lento proceso que lleva a construir ideas de cierta solidez. Sin necesidad de entender que sea la única idea. La imagen, por una parte, se lleva la mejor parte. El proceso de conocer se queda en ella. Con su dimensión anecdótica, sensible, momentánea, que “emociona”. La emoción se impone sobre el sentimiento, construido éste a base de información precisa, que exige su tiempo, y discernimiento inteligente.
La idea tiene otro adversario: la postura. Está ésta muy relacionada con la imagen, en concreto con ofrecer buena imagen. La postura es apariencia. Se mueve en lo epidérmico, lo circunstancial. Pretende situar el ¿pensar? de quien la toma. Suele expresar la última palabra sobre lo que se trate. Como postura se modifica con facilidad. La postura está en contra de lo permanente. Se toma según intereses. Sobre todo para quedar bien, y verse a sí mismo interesante; y, por ello también a los demás. Es un/¿a? “selfi” que se quiere divulgar.
Sobre ideas se puede dialogar. Dialogar sobre posturas casi es imposible, pues sería sobre, como suele decirse, “posturas ya tomadas”. Ideas y posturas se mueven en distinto plano: son líneas que se cruzan, imposible el encuentro coloquial entre ambas
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Mª Carmen
7 de marzo a las 21:55
Pues no. No son buenos tiempos porque generar ideas supone esfuerzo, y defenderlas requiere mucha valentía y libertad de espíritu, algo que parece incompatible con la "necesidad" de dar culto al cuerpo y al propio "ego". Nos movemos en un mundo de apariencias, de hipocresía, donde los valores y la coherencia tienen muy poca o ninguna cabida. Gracias, Juanjo, por enseñarnos a pensar y a tomar postura ante una vida que pide a gritos cambios de mentalidad y, sobre todo, de corazones. Gracias