14 de julio de 2018
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Los filósofos han pedido que se le dé a la Filosofía carácter curricular en la enseñanza secundaria, en gran parte perdido. ¿Razones? Son varias: es el modo de acercarse al origen y, fundamento de nuestra cultura; en nuestra sociedad se necesita superar la tentación de la posverdad, o sea la distorsión de la realidad al servicio de intereses individuales o de grupo…
Es de aplaudir su denuncia y sus exigencias. Ahora bien, convendría que los filósofos hicieran su autocrítica dada la reducción que se ha hecho del saber filosófico. La reducción que se manifiesta en algunas de las materias filosóficas como la ética, la psicología, la sociología que se han orientado en una línea funcional, y ha dejado al margen la base de lo que es y funciona ¿Dónde está la ontología? ¿Quién se pregunta por el ser? ¿Dónde la antropología radical, la que busca la raíz de la condición humana, lo que constituye al ser humano más allá de su perfil psicológico, su función en la sociedad, más allá de sus componentes biológicos? ¿Cuál es el fundamento de la Ética?: ¿lo funcional y socialmente correcto? ¿Dónde está el fundamento que justiifca los Derechos humanos?: ¿sólo en un acuerdo de las Naciones en 1948? ¿Dónde la explicación última de lo que existe? ¿Por qué la presencia en el saber y sentir del ser humano de lo que le trasciende?; ¿por qué su ansia generalizada través de la historia y la geografía de salvación? En fin: La Filosofía de esos filósofos ¿no se ha quedado en un estudio científico, experimental, de lo que han sido planteamientos filosóficos de nuestra cultura? ¿Cómo han venido respondiendo a las preguntas kantianas; “¿qué podemos conocer, qué hemos de hacer, qué nos cabe esperar; ¿quién es Dios? en definitiva ¿quién es el hombre? Si se ha rebajado la filosofía al ámbito de la ciencia, no nos puede sorprender que la ciencia acabe engullendo a la Filosofía.
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