12 de octubre de 2019
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El lenguaje religioso cuenta con el símbolo. Es lenguaje que no pocas veces hay que interpretar. De lo contrario expresaría serios errores. Hoy lo he experimentado. Al comienzo de la eucaristía se ha entonado el himno de la Virgen del Pilar. “El pueblo que te adora de tu amor favor espera” se reitera. Sabemos que adorar, adorar solo a Dios. Literalmente entendido el texto expresa una idolatría. A María se la venera, con una veneración especial, pero no se la adora. El himno de la advocación mariana de Atocha contiene la misma expresión –“adorar” a María.
Sabemos que en el hablar sencillo, y en el poético, adorar no implica necesariamente referencia a la divinidad. Aunque esa es su primera y propia acepción. Se puede ver el Diccionario de la Lengua Española y ver otras acepciones. Entre ella una curiosa, “dicho de un cardenal: Postrarse delante del Papa después de haberle elegido, en señal de reconocerle como legítimo sucesor de San Pedro”. Esto es más fuerte que “adorar a la Virgen del Pilar o de Atocha”.
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