24 de enero de 2015
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Hoy celebramos a san Francisco de Sales, patrono de los comunicadores a través de la prensa y, en general, de la palabra escrita. Francisco de Sales fue un gran comunicador. Con procedimientos que están a inmensa a distancia de los que hoy usamos. Fue pastor en un lugar en el que dominaba la rígida reforma calvinista. Francisco de Sales preparaba cortos escritos de su puño y letra y los iba repartiendo por los casas. En ellos exponía la fe católica. Al cabo de cierto tiempo había aumentado el número de católicos en el lugar. ¿Buena estrategia de comunicador? La técnica no podía ser más limitada. Habrá, pues, que atribuir el éxito a lo que se comunicaba.
San Francisco es el santo de la delicadeza, de la ternura, de la afabilidad. Los textos repartidos por las familias se publicaron luego bajo el título de “Controversias”. Tenía carácter apologético. Pero estaban impregnados del carácter, del estilo de vida de su autor. El calvinismo era confesión rígida, exigía someterse a las leyes. Dicen autores que en el calvinismo nació la economía estricta de mercado: el mercado es quien dicta las leyes. Son leyes rígidas y estrictas. El mercado, el dinero protagonista de él, no sabe de afectos, como los números. La actividad comunicadora de Francisco de Sales exhalaba afecto, como en general su vida.
Cuando a un santo se le declara patrono de una actividad humana, no sólo es para recabar la ayuda del santo, sino para tenerle como referencia. ¡Qué bien vendría a los comunicadores de hoy saber de delicadeza, afabilidad, olvidar crispaciones, descalificaciones del otro! Pero quizás la comunicación está regida por la ley del mercado, que es ley sin afectos.
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