16 de julio de 2023
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Todo surge del autoconocimiento. Siempre imperfecto. El ser humano es esencialmente imperfecto, incompleto, como le gusta decir al documento Instrumentum Laboris para el Sínodo sobre la sinodalidad de la Iglesia.
Somos misterio. Un misterio que atrae, que exige profundizar en él; huyendo de vernos como quisiéramos vernos. Es necesaria, es inteligente, la humildad, es la verdad.
Son muchas las expresiones comunes que señalan la huida del discernimiento sobre las motivaciones de nuestro decir y actuar. El rechazo de lo incierto. La necesidad de asentarse en certezas. “Yo sé bien lo que digo”, “te lo digo yo”, se oye con frecuencia, como argumento imbatible de la verdad de lo que se dice.
Conócete a ti mismo, escrito en el templo de Delfos, es la tarea esencial de quien busca la verdad de cada ser humano. La verdad, no teórica, sino de su decir y obrar.
Es preferible la riqueza en perplejidades, dudas, que en certezas. Nos engañamos menos. Y nos introduce en la propio del ser humano, la búsqueda. En este caso de nuestro propio ser. Desafío de la vida entera.
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Anaí
23 de julio a las 8:30
Conocerse a sí mismo, asusta. Pero, verdaderamente, es una cura de humildad, como dice esta reflexión. Es un combate, pero una vez reconoces lo que te pasa, lo que sientes, lo que eres, alivia y libera. Y ya puedes actuar, trabajarte, desde la verdad. Ya lo dijo Jesús: "la verdad os hará libres" y... Él "estará siempre con nosotros". Así lo experimenté. Hay que tener paciencia, es sorprendente descubrir cómo te quiere. Confía y a la carga!!