2 de abril de 2014
2 comentarios
Una de las características de nuestra sociedad es la búsqueda ansiosa de diversión. Tratar de que la vida, el trabajo, los actos religiosos, la educación… sean divertidos. Tiene mucho de evasión. De huida de la realidad. Cuando uno contempla cualquiera de las maravillas que nos ofrece la Naturaleza, o las obras que el hombre ha realizado cargadas de arte, como visitar el museo de El Prado, escuchar música clásica, presenciar la representación de una tragedia griega, sentir sobre su cuerpo la fresca brisa del amanecer, o la acogida del hogar; cuando uno ama y se siente amado, no está feliz porque se esté divirtiendo. No es la “evasión” lo que produce disfrute sino la “invasión” en nuestro vivir, en lo más esencial de nuestro ser. Es poca palabra “diversión” para describir lo que se siente en esas situaciones y tantas semejantes. Si es adecuada “disfrute”. Y eso es lo que debemos buscar: disfrutar de nuestro vivir. Disfrutamos cuando nos sentimos integrados en lo que nos rodea y lo vamos conociendo mejor, disfrutamos con lo que hacemos…, disfrutamos cuando vivimos con hondura el momento, con plena conciencia de lo bueno, noble y bello que conforma la existencia de cada uno. Necesitamos la diversión, porque se necesitan espacios de expansión, de di-vertirse, es decir: desviarse de lo que puede parecer y ser más rutinario para acentuar lo festivo de la vida. Pero la diversión no tiene el carácter de continuidad que debe tener el disfrute de la vida: de lo que somos permanentemente, de lo que hacemos con asiduidad diaria, de la presencia de aquellos con quienes convivimos, de la Naturaleza que nos rodea y conforma…y del sentimiento de sentirnos bajo la mirada amorosa de Dios. La felicidad consiste sobre todo en ese disfrutar hondo, sin espavientos. La felicidad de la diversión es la de un momento, se mueve en la superficie. Es necesaria porque ayuda a despertarnos del vivir insustancial, anodino, y nos invita a ver las razones más hondas y permanentes para disfrutar de la existencia.
Comentarios
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maria
11 de febrero a las 2:26
muy bueno
Fernando
4 de abril a las 22:24
Magnifica reflexión.A menudo se confunde diversión y felicidad.