4 de agosto de 2023
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La lectura del Instrumentum Laboris para las asambleas del Sínodo descubre el interés de los redactores, que recogen lo dicho en las asambleas continentales, por mostrar una Iglesia humilde, que está a la escucha atenta de otras confesiones religiosas, y de lo que la misma sociedad civil aporta. Una Iglesia, que consciente de ministerio magisterial, entiende que este es un ministerio que exige la escucha previa de diversas instancias.
La actitud humilde de la Iglesia, ajena a cualquier aire de superioridad, ante otras instancias religiosas, permite la unidad y armonía, la comunión, aun en la diversidad. Solo la humildad construye la comunión. Solo desde la humildad, que reconoce verdad en destinarios de la misión, ésta es una misión evangelizadora. La otra prioridad del Sínodo, la participación, ha de realizarse sin imbuirse de poder, sino desde el servicio humilde, como reiteradamente afirma el documento preparatorio.
Una actitud iniciada en el Vaticano II, concilio sin anatemas, sino de acercamiento también a verdades escondidas en errores, secuestradas por ellos. Lejos de concilios que se definen como “contrarreforma” o “antimodernista”, como fueron Trento y Vaticano I respectivamente.
“Sínodo” es caminar juntos. Se camina juntos cuando unos se apoyan en otros, se dejan ilustrar sobre el camino, llevar el ritmo pertinente, se saben esperar, y se estimulan para llegar a la meta.
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