25 de noviembre de 2020
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Esto es la guerra dicen los viejos, que alguna experiencia les queda, remota, de la última por la que pasaron. Y sin embargo es lo contrario de la guerra: en este caso todos estamos unidos para vencer el COVID 19. Es el único enemigo. Es lo contrario de la guerra que consiste en que unos maten a otros. Ahora se lucha por que el virus no nos llegue, es luchar por que no llegue a los demás. Estamos en el mismo lado del campo de batalla.
Esto es la guerra por la situación de miedo, de incertidumbre que se sufre cuando sabes que hay un enemigo que puede llevarte la salud y la vida. Es como la guerra, porque nos separa a unos de otros. De modo que lo mejor para luchar contra el enemigo común es evitar al otro. Como si el otro fuera el enemigo. Es guerra, porque la prevención para que no llegue a nosotros el virus implica austeridad en el estilo de vida, privarse de un vivir de espectáculo, de celebraciones, de viajes,…como se vive en tiempo de guerra.
Y lo peor es que el enemigo no se dejará ver con la bandera blanca de la paz. Lo suyo es derrotar, conquistar nuestra salud, acabar con nuestras vidas. No cabe diálogo para entenderse y firmar el cese de enfrentamientos.
De las últimas guerras se esperaba que se produjera un saber convivir mejor los diversos pueblos. Un cambio hacia el bien en la convivencia humana. Un mundo mejor. No ha sido así. También decimos que de esta pandemia podemos, debemos salir, dando más relieve a lo esencial de la vida, a sentirnos más solidarios, aunque sea porque hemos experimentado que el mal de uno es mal para todos. A tomar conciencia que no dominamos la naturaleza, que es más fuerte que nosotros. A ser humildes a pesar de cómo a lo largo de la historia el ser humano ha, en parte, domesticado las fuerzas naturales a su favor. ¿Será así?
En fin, la pandemia nos debe permitir estar más dispuestos a sentir que algo, alguien nos trasciende, que está más allá de la naturaleza, de nuestras posibilidades; y que no podemos olvidarlo, sino contar con él en nuestra vida. Dios no es el autor del COVID 19, sino una referencia que nos ha de ayudar a mantener la esperanza en la lucha contra el enemigo común. Una esperanza que en nosotros se ha de manifestar como solidaridad, y en grito: ¡VENCEREMOS! Y en amar más la vida y hacerla más humana.
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