21 de agosto de 2019
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Entre quienes dedican esfuerzo y tiempo a analizar la dimensión social del hecho religioso en el día de hoy, unos se suman a la apreciación más generalizada de la crisis del sentir religioso y de su influencia social. Pero existen los bien documentados que mantienen que lo religioso sigue presente con fuerza, tanto en el ámbito de lo individual, como de los social. Así por ejemplo el conocido sociólogo cristiano Berger. Lo que sucede más que un eclipse de lo religioso es un surgir de nuevas “religiones”. Aparecen realidades a quien dar culto, está muy presente lo esotérico o mágico, se elevan altares a nuevos dioses, como el dinero, el cuerpo, -el culto al cuerpo-. Y sobre todo no podemos dar visiones universales de lo que sucede sin mirar fuera de nuestras fronteras o ambientes occidentales. Incluso las manifestaciones “religiosas” en nuestro entorno han reaparecido con fuerza, después de cierto olvido, como las procesiones de semana santa, celebraciones festivas de diversos lugares...
El fundamentalismo religioso, que pretende verlo y juzgar la vida individual y social solo desde razones religiosas, sin aceptar posibilidad de error en ellos y sí seguridad del error en que vive los que no viven y actúan como ellos, está muy presente en diversas sociedades y en algunos individuos de toda sociedad. Es una patología de lo religioso. A la vez, incluso en personas con reflejos religiosos, es extiende el relativismo, que prescinde de buscar la verdad, porque está ya bien repartida entre los que piensan de una manera u otra: todo es válido. También tiene carácter patológico esta actitud.
Estas actitudes opuestas a veces se juntan. Así resulta el fundamentalismo relativista. La única verdad es que todo es relativo; es verdad que no admite discusión. La única verdad de la que están ciertos. Y también existe el fundamentalismo que, más que estar cierto de una verdad concreta, exige que nadie pueda poner en discusión- en diálogo- lo que se cree como verdad. Ahora bien, como es sobre todo una actitud del sujeto, cabe que cambie de verdad. En este caso seguirá exigiendo no aceptar que esa nueva verdad se someta a cualquier juicio. Busca más que verdades, certezas, que puede ir aplicando a verdades distintas. Es un relativismo fundamentalista o un fundamentalismo relativista.
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Anónimo
27 de agosto a las 9:10
Relativizar.
(La vida es un sueño)
Y aquí la pregunta clave: dónde está la objetividad y dónde la apariencia; cuál es el sueño y cuál la realidad.
El gran fraude de la humanidad es vivir soñando, concediendo alegremente carne de objetividad a lo que, de verdad, es una sombra; llamando verdad a la mentira, y al embuste, veracidad. Y las gentes entran en escena, representa de maravilla sus papeles, y los espectadores baten palmas; pero también los espectadores representan, sabiendo que todos engañan a todos; y el que no entra en la representación hace el ridículo, y siguen la farándula dentro de las sendas del arte de la comedia.
Todo esto puede sonar a literatura. Pero no lo es es; es la verdad fría y desnuda como una piedra.
Gracias.