14 de marzo de 2017
0 comentarios
La primera parte del título “inteligencia emocional” es la que ha prosperada, sobre todo después de la publicación del libro que lleva ese título de Daniel Goleman. Ha sido un recurso reiterado y fácil de los que insisten en el aspecto afectivo de la condición humana, no sé si después de leer el libro o deslumbrados sin más por el título. Desde una perspectiva antropológica tiene pleno sentido insistir en los afectos. Son lo constitutivos más reales del ser humano. Y exigen una educación nada fácil, precisamente en la medida que se pueden distanciar de lo razonable, de la inteligencia. Es imprescindible acudir a los procesos racionales, para orientar bien los afectos. Dentro de las teorías sobre el ser humano, es la cultura cristiana la que con más fuerza ha apoyado los afectos en la centralidad que da al amor. El amor, nos hace estar vivos, nos dice Juan, sin amor, muertos. Como el Dios vivo del cristiano es un Dios amor. La inteligencia tiene que descubrirlo cuando se preocupa de la verdad de lo que somos, (que es la preocupación esencial de nuestra razón). Ha de introducirse en el análisis de los afectos, no echarse a un lado. Es necesario reflexionar sobre cómo desarrollar esos afectos, a quién dirigirlos, discernir entre afectos y afectos, y valorarlos, así cómo analizar el proceso para llevarlos a cabo y mantenerlos. Los afectos, por ejemplo, exigen libertad y para ser libres necesitamos la verdad: “la verdad os hará libres”. La verdad discierne lo que nos esclaviza; analiza y discierne las pulsiones que fortalecen nuestros afectos o los desvían de la realización auténtica de nuestra condición humana. Hablo de afectos como manifestación de sentimientos. Los sentimientos dan sentido a la emoción. Ésta puede ser momentánea, como viene se va; sucede con las que producen las imágenes. Las emociones han de ser meditadas, valoradas para ser un sentimiento que se afinca en nuestro ser. Para eso está la inteligencia. De lo contrario la emoción sólo produce sentimentalismo, o sea sentimientos de baja intensidad y corto recorrido. La emoción ha de ser, pues, inteligente, traspasada por el esfuerzo de la razón que busca verdad y libertad. En resumen: inteligencia emocional y emoción inteligente.
Comentarios
Hasta ahora se han publicado
0 comentarios. Déjenos también su opinión.