7 de enero de 2020
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A veces la rutina, incluso cargada de trabajo, permite descansar de alteraciones de horarios, de excesos gastronómicos, de emociones fuertes, a veces cargadas de nostalgias, otras de nuevas experiencias en promesa; y no pocas veces de horas de aburrimiento, de no saber qué hacer; o del esfuerzo por ocupar el tiempo con algo de qué presumir luego.
Hasta los que en las Navidades se ven alejados de personas que centran su trabajo diario, como los niños del colegio, pudieron echarlos de menos. La montaña nos dice que las cuestas están para subirlas. Que lo relevante es el ritmo con el que se las quiera subir. Frente al acelerón navideño, también de emociones, la cuesta de enero, de sereno del trabajo puede ser un alivio. Nos puede situar mejor en lo que somos y para lo que somos. Bien las Navidades para romper ritmo diario, y no convertir en monotonía la vida. Bien los momentos de mantener un ritmo, que hace más nuestra la vida. Sin más alteraciones que las que la vida ofrece. Que nunca faltan.
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Angélica Álvarez Colino
8 de enero a las 17:37
Es importante para nuestra vida subir las montañas. Requiere esfuerzo y constancia que a veces nos falta. La cuesta de enero sería más fácil si
las vacaciones las dedicásemos a pensar en lo fundamental y en no aburrirnos por no saber qué hacer.