26 de septiembre de 2015
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¿Se puede entender la celebración eucarística como un acto protocolario? Estamos acostumbrados a que así sea. Es un acto más, por ejemplo, de las fiestas de una localidad. Por ello lo que parece normal es que asistan los que representan a los habitantes del lugar. Si no lo hacen parece una descortesía. Así lo han entendido obispos cuando las autoridades del lugar no se han hecho presentes en las misas, bien porque no son creyentes o bien porque entienden que las celebraciones religiosas no deben estar en los programas festivos de una sociedad aconfesional. Incluso cuando la fiesta se enuncie como fiesta religiosa: se celebra una advocación mariana, o un santo o un “cristo”… Lo que no deja de ser paradójico: una sociedad aconfesional celebra sus fiestas oficiales en honor a algo religioso.
Si la razón es la primera entiendo que el protocolo no debe imponerse a la opción personal hacia lo religioso de la persona. Es por otra parte un modo de dar el sentido pleno a la celebración y no rebajarla a un acto más del protocolo civil. Si la inasistencia de las autoridades del lugar, en cuanto autoridades, a título personal no existe inconveniente, se apoya en el carácter aconfesional de la sociedad, puede verse como una fidelidad exagerada a la aconfesionalidad, no a la secularidad, si representan a un pueblo muy mayoritariamente confesional. Siempre insisto en que cada representante de la autoridad sepa de qué va la misa, qué es lo que se celebra y se una a la celebración porque responde a su fe religiosa.
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