El término tiene una versión más bien negativa: se aplica a personas que no se esfuerzan en analizar la realidad, dejan en suspenso su capacidad de discernir y se pronuncian con simplicidad sobre asuntos que tienen su complejidad. Pero “elemental” aplicado a un estilo de vida puede indicar lo que no es complejo ni sofisticado, y sí sencillo, necesitado de poco para vivir. He abandonado durante tiempo este blog por mi estancia en La Habana. Allí he experimentado un estilo de vida “elemental", donde nada necesario me faltaba, pero lo necesario era mucho menos que lo que aquí consideramos tal. Elementales eran las condiciones de habitabilidad, de comida, de vestir, de medios de información…. Me refiero exclusivamente a mi vida de fraile. No entro en consideraciones sobre el modo de vida del pueblo cubano. Que ellos opinen. Puede que Internet no funcione como nos gustaría, que no utilicemos el teléfono para comunicarnos con España dado lo costoso que es, y uno pueda sentirse un tanto alejado de quienes están integrados en su. Pero había más tiempo para compartir entre nosotros, apreciaba más lo que sí tenía y relativizaba la necesidad de lo que percibía que me faltaba. Fue poco tiempo y esto rebaja el valor de esta reflexión. Si viviera siempre allí puede que sintiera la escasez o la falta de aquello con lo que aquí cuento. Pero como tiempo de reflexión ha valido. Y ha valido para aplicarlo al vivir de cada día ya fuera de La Habana.