23 de septiembre de 2023
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Ha habido algunas reacciones rápidas a su muerte. En un periódico regional al día siguiente un filósofo se hacía eco de su muerte y podía hacer público las veces que con él se había reunido.
Alguno habla de él sin aludir a las peripecias de su fe. Fe que “pierde”, que “recupera”, con matices de interés; centrada en Jesús de Nazaret en su kénosis, como nuestro Dios. Más allá de una fe en dogmas.
No le gustaba la metafísica. Le atribuía ser el fundamento de los dogmatismos fanáticos, del poder ilimitado de alguien, origen de los enfrentamientos violentos de nuestra historia humana. No aceptaba que la verdad se redujera al acuerdo entre el entendimiento y la realidad. Lo objetivo, como algo real firme, lo rechazaba. Prefería la aventura del ser reducido a acontecimiento. La verdad es del ser humano, en su complejidad, que es más que el ámbito de lo intelectual: abarca lo emocional, lo proyectivo de acuerdo con sus intereses… ¿posverdad?
Nos ha dejado un modo de vivir, de ser, y una enseñanza que al menos invita a pensar. Y quizás a revisar alguna actitud intelectual. También el modo de entender la fe cristiana.
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