Leo en un secular periódico “No es con nuevas ideas y teorías como superaremos esta situación angustiosa. Lo que este momento nos dice es que las ideas y las teorías no nos salvarán…” El autor asegura que la puesta en práctica de las grandes ideas del siglo XIX ha sido la causa de desastrosos resultados vividos, sufridos en el siglo XX. Se alegra el autor de que ahora no tengamos los genios que abundaron en el siglo XIX. En fin, una vez más nos encontramos con la exaltación postmoderna del pensamiento débil, fragmentado. El autor apunta una solución para superar “la angustiosa” situación que se vive- ¿no será una teoría?: ser persona, mejor, ir construyendo nuestra persona y comportarnos como tal. Ser persona es entender la vida desde el amor y la felicidad. Persona es quien se ve feliz en el servicio al otro, desde la bondad. Creo que es fácil estar de acuerdo con esa “teoría” del autor. Las diferencias surgen cuando se plantea cómo conseguir ser persona. El autor señala que para iniciar el proceso de hacerse persona no hay que acudir a teorías, sean religiosas, sean éticas, filosóficas o políticas, basta sentir la belleza, la poesía de ser persona. Lo que exhala la belleza, lo que expresa la poesía no puede ser más que amor, bondad, y por ello felicidad. Nos encontramos con la exaltación de la emoción, del sentimiento, sin bases conceptuales. No las necesitan,son autónomos. Los principios, las éticas, las religiones en muchos casos, dice el autor, “han servido para sellar y justificar la crueldad y la mecanicidad”. Cabe preguntar, sin embargo: ¿La crueldad no tendrá algo que ver con los sentimientos? Llevar una vida mecanizada, que rechaza con criterio el autor, ¿no tendrá que ver con escasez de análisis racional y crítico de lo que somos, de la sociedad, de nuestros proyectos personales, sociales? En el fondo está una cuestión preocupante ¿Para conseguir ser persona es necesario restar ideas, principios para que surja la belleza, la poesía, el amor, la generosidad que define a la persona o más bien servirse de ideas, de principios que fundamenten esos sentimientos de belleza, de bondad, de generosidad que definen a la persona? ¿Se puede progresar en ser persona prescindiendo de factores racionales que conduzcan el proceso?
Boecio cuando definió a la persona como rationalis naturae individualis substantia, “substancia individual de naturaleza racional”, no expresó toda la verdad de lo que es ser persona, habría que añadir la dimensión afectiva –si no está incluida en la condición de racional-; pero prescindir de la racionalidad es exponerse a caer en la esclavitud, en la crueldad, que junto con la búsqueda, -exclusiva, entiendo- del propio provecho, son para el autor la antípoda de ser persona, y que atribuye a los principios éticos y religiosos. Sin ellos, creo, no se construye la persona. Prescindir de las ideas, de las convicciones, es dejarse llevar por la emoción del momento, fragmentar los procesos pacientes de los hondos objetivos, como el de ser persona.