29 de septiembre de 2015
0 comentarios
“Si viniera un profeta de mentiras y engaños, invitándote al vino y al licor, sería un profeta digno de este pueblo.” El texto es de Miqueas. Da qué pensar. ¿Qué profeta es el que es bien recibido por el pueblo? En los textos bíblicos reiteradamente aparece que los profetas auténticos son perseguidos…hasta la muerte y los falsos profetas “los que babean profecías” como dice también Miqueas, son aceptados: ofrecen vino y licores. ¿Quién falla? En su origen el pueblo que selecciona a los profetas. Y éstos que emplean argucias fundadas en la mentira que generan estómagos agradecidos, no mentes ni voluntades libres. Si quisiéramos corregir la situación, ¿a dónde acudiremos? No creo que lo más eficaz fuera revolverse contra esos falsos profetas, sino actuar sobre el pueblo que los elige. El proceso es más largo, pero el único eficaz. Tampoco se ha de buscar la solución a ofrecer más o mejor “vino y licor”, sino lo que el pueblo necesita: verdad y libertad de pensar, o sea, información y capacidad de decidir. Ser los profetas que necesita el pueblo implica ofrecer lo que satisfaga necesidades auténticas, las que exige la dignidad humana, no las generadas por quienes quieren vender su producto. En definitiva: buscar profetas –gobernantes- que busquen el bien del pueblo no servirse del pueblo para el triunfo personal.
Comentarios
Hasta ahora se han publicado
0 comentarios. Déjenos también su opinión.