14 de abril de 2015
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Más de setecientos religiosos y religiosas llenaban el auditorio Herrera Oria de la fundación Pablo VI en Madrid en la “Semana Nacional de la Vida Consagrada”, celebrada durante los días 9,10, 11 y 12 de este mes de abril. Las religiosas suponían, estimo, el ochenta por ciento del público. Fuera de ese recinto, en un colegio mayor cercano un número importante seguía el desarrollo de la reunión a través de pantallas. En la prensa nacional apenas ha tenido eco. A pesar de que participaron entre otros los cardenales Fernando Sebastián y Óscar Maradiaga con ponencias, se hizo presente el arzobispo de Madrid. - No es Rouco y deja de ser noticia-. Predominaban los que peinaban, o ocultaban bajo el velo, canas; pero había abundancia de jóvenes religiosas y algún religioso, no pocos con aspecto de venir de diversas latitudes de nuestro mundo. Se celebró esta “Semana” en medio de la crisis a la que está sometida la vida consagrada según tópico que se reitera en público y en privado. Crisis que es de vocaciones y en nuestro mundo occidental. Crisis que es de números, por ello es crisis cuantitativa. Mas la vida consagrada nunca puede ser medida solo por números, sino por la autenticidad de su “consagración”, de su razón de ser. Importa ser muchos, pero importa mucho, mucho más, ser buenos. Así de simple. Las ponencias y las experiencias que se ofrecieron en dicha semana confío en que ayude a consagrados y consagradas a ser mejores. Ser más no deja de ser deseable, pero no lo más relevante.
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